El circo del sol y la innovación.
La primera vez fui al circo fue hace muchos años, montaron la carpa azul y blanca en la plaza de toros de Alicante, no me acuerdo del nombre, me acuerdo de los payasos, los equilibristas, un artista que tiraba cuchillos evitando rozar a una chica en bañador y me acuerdo de los animales. En un momento dado del espectáculo sacaron cocodrilos o caimanes, no lo sé bien.
El domador los puso en formación alrededor de la pista como si fueran pétalos de una flor, uno de los pobres animales se quedó a dos metros de distancia, el suficiente como para fijarme en sus ojos, en su mirada. Tenía unos ojos vidriosos, opacos, apagados. El animal se quedó inmóvil mirando al infinito, con los ojos perdidos y sin la vitalidad que seguramente tuvo antes que lo cazaran en cualquier manglar del trópico.
El animal me dio mucha lástima, curioso que un depredador tan fiero me causara ternura, desde ese día decidí que no me gustaba el circo, que los animales tenían que estar en su hábitat y no ser pasto de las carcajadas del espectáculo de turno para entretener a niños y a mayores.
Años después, en Montreal Canadá, unos empresarios circenses cambiaron el paradigma del espectáculo para siempre con el Circo del Sol, música, danza y actos circenses que incluyen contorsionismo, danza aérea, malabarismo, acrobacias y gimnasia sobre trapecios, cuerdas y trampolines. Sin payasos bufones y sin animales. Sus producciones se han presentado en más de trescientos países distintos y tienen unas visitas anuales de once millones de personas.
¿Pero como es posible que la compañía canadiense reinventara un espectáculo que estaba inventado desde los albores de los tiempos? Sencillo: desde la planificación centrada en la innovación. Gilles y Guy (los creadores del Circo del Sol) no se centraron en intentar hacer lo mismo que la competencia, a imitar los llevaban haciendo los circos desde hace cientos de años. Circos que ofrecían el mismo espectáculo una y otra vez, los había a cientos, a miles. Ellos se centraron en ocupar espacios que no estaban ocupados por su competencia.
Lo que hicieron fue hacer que su competencia se volviera irrelevante al ofrecer valor para los usuarios abriendo un espacio de mercado nuevo e inexplorado. Ocuparon un espacio en el que su competencia, el circo tradicional, no estaba y tampoco se le esperaba.
Los circos tradicionales se centraban en contratar a los domadores más famosos, a tener más animales salvajes que ningún otro, a sumar el números de pistas, sin embargo, ese aumento de costes, no supuso un aumento de la rentabilidad. Gastar más no necesariamente supone un aumento de ingresos. Ya que el espectáculo era esencialmente el mismo en todos los circos clásicos.
Cuando surge el Circo del Sol, no se dedican a hacer lo mismo que otros circos, no se fijan en la competencia, crean un espectáculo distinto, buscan ofrecer una forma diferente de diversión. El Circo del Sol empezó a ver con ojos distintos a los usuarios, y preguntarse si no cabría un espectáculo que se saliese de los cánones tradicionales del circo clásico.
Las empresas que se centran en innovar mediante la aportación de valor están en constante estado de cambio y evolución. La innovación en valor tiene que ser una prioridad estratégica en la empresa. Y me refiero a grandes empresas tecnológicas o que tengan departamentos de investigación y desarrollo, me refiero a PYMES que prestan servicios, fabrican productos o venden artículos.
Cualquier pequeña y mediana empresa puede incluir la innovación en valor como una prioridad estratégica. ¿y tú? ¿Estás pendiente de lo que hace la competencia? ¿o tu objetivo es aportar valor a tus clientes?
No sé cómo terminaría el cocodrilo aquel, siempre tuve la vana esperanza que lo liberaran en el Río Seco, y viviera feliz con otros amigos de su especie, totalmente ajeno a que años después, Gilles Y Guy decidieron plantearse la estrategia de su negocio ocupando espacios en los que su competencia no estaba y aportar valor a su espectáculo.
Gracias a W. Chan y a Reneé.